jueves, 2 de julio de 2020

A Propósito del Orgullo

Alguna vez, una persona a la que quise mucho me dijo que estaba completamente sola en el mundo. Que nadie, ni siquiera mi familia, me quería, y que el único que me soportaba era “mi amigo homosexual”, y solo porque ambos estábamos hundidos en la misma podredumbre. Si bien hay dos grandes mentiras en tal afirmación, ya que por fortuna cuento con una gran cantidad de personas que no solo me soportan, sino que me aceptan y me adoran sin apuntarme con el dedo, en el post de hoy quiero hacer énfasis en lo segundo.

Resultará obvio para usted, querido/a lector/a, que en las palabras de dicha persona había una clara intención de lastimarme con lo que más me duele, que denigren a mi mejor amigo utilizando como pretexto su homosexualidad, como fuese una clase de enfermedad pandémica que hay que erradicar a como dé lugar, como si alguien por ser homosexual se convirtiera mágicamente en un ser inmundo, putrefacto. Nada más lejos de la verdad.

La persona a la que más amo en la vida -aparte de mi mamá- es gay. Pero si he de describirlo, referirme a ese simple hecho sería demasiado reductivo. A él se refería el personaje en cuestión, desconociendo no solo que es mi mejor amigo en todo el mundo, sino que se ha comportado más como mi hermano que los de sangre, que ha estado ahí siempre, que durante más de 20 años ha sido mi más grande apoyo, la mejor de las compañías.

Y no solo está él, están los centenares de miembros de la comunidad LGBT que he tenido el honor de conocer durante toda mi vida. Muchos de ellos hacen parte de mi círculo de amigos más cercano. Puedo decir sin temor a equivocarme que son las personas a las que más respeto y admiro, su calidad humana es impresionante, su capacidad de amar lo es aún más. 

Siempre que me pregunto por qué me identifico tanto con “el gremio”, llego a la misma conclusión. Sé de muy buena fuente, mi propia experiencia, qué se siente que te censuren, que te tilden de loco, de enfermo mental, de persona no grata, la oveja negra de la familia, el condenado al ostracismo social, del que poco se habla y menos se entiende, porque quienes dictan la sentencia que te margina ni siquiera se toman el trabajo de escucharte de verdad e intentar comprender.

Para mi hermano del alma, y para todas las personas que hacen parte de la comunidad LGBT, sueño con un mundo en el que no solo sean aceptados, sino que sean amados genuinamente, con un amor que no juzga ni señala a quien es distinto, que se sale de la “norma”. 

Sueño con un mundo multicolor, en el que en el que las preferencias sexuales no sean un motivo para discriminar a nadie, en el que cada cual pueda ser quien le dé la gana de ser, sin miedo a ninguna clase de represalias, y en el que todos y todas puedan tomar de la mano a quien aman, con la frente en alto, sin necesidad de esconderse.

Los amo infinitamente, y resisto junto a ustedes.

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4 comentarios:

  1. Muy bonita, acertada y clara exposición, enhorabuena!

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  2. muy buen post, me encanta el mensaje que das a los lectores
    saludos mi niña

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    1. ¡Muchas gracias por tu comentario, Migue!
      Muchos besitos por allá.

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