Puede que usted sea la versión chibchombiana de Miranda
Hobbes (antes de Brady, por supuesto), pero ha de admitir que al menos una vez
en su vida se enamoró, o creyó estar enamorada, lo que para el caso es lo mismo. No me
dejará mentir cuando afirmo que todas nosotras hemos cometido uno que otro “pequeño
errorcillo” (eufemismo para tremendo cagadón) cuando de demostrarle afecto, o
no, a nuestra pareja se trata. Y lo peor es que usted no quería abrir al man,
sino que hizo todo con conocimiento de causa.
Como en este cochino blog nos encanta burlarnos de sus
desgracias (y de las nuestras, claro está), en esta ocasión queremos regalarle
una lista de las peores estupideces que TODAS hemos hecho por amor. Aquí se la
dejamos para que se acuerde, diga mea culpa y se dé golpes de pecho, o en el
mejor de los casos, se ría de usted.
1. Involucrarse
demasiado rápido. ¿No le ha pasado que conoce a alguien y usted solita empieza
a armarse unos videos impresionantes en su cabeza cuando el tipo ni siquiera ha
pensado en invitarla a salir? Aunque claro, no ayuda mucho si el personaje le
colabora con el delirio haciéndole promesitas que ni la abuela de los Power
Rangers se cree. No llevan ni quince
días saliendo y ya se aman y se van a casar. Ay, por Dios. Ahora, todos conocemos
la historia de la pareja que se enamoró en menos de nada y son muy felices
hasta el día de hoy, pero no se confunda, mi querida amiga. Ellos son la
excepción, nosotras somos la regla.
2. Hablarle
como retrasada. Sí, le estoy hablando a usted, señorita que le puso un apodo cariñoso a
su novio, tanto que el tipo le ha rogado de todo corazón que no le diga así en
público. O a usted, la doña que edulcora su voz cuando está con él a tal punto
que ya no es agradable y parece un pitido. Suficiente ilustración.
3. Dedicarle canciones
impublicables. Ni modo. Cuando usted está poseída por el espíritu del amort, hasta la canción más ñuca le
recuerda al personaje en cuestión y le dibuja una ridícula sonrisa en la cara
que hasta el busetero la ve con cara de WTF. Entonces, melodías que
hasta hace unos meses le parecían bazofias detestables como “sabes que estoy
colgando en tus manos” hoy le parecen lo más hermoso del mundo. Y luego va y se
las manda al tipo por Facebook, en privado para que nadie se dé cuenta de la dudosa
calidad de sus gustos musicales. Lo peor es que si el susodicho está tan
llevado como sumercé, quedará encantado. Ay, Jebús.
4. Dedicarle canciones
que no se le regalan ¡A NADIE! Es muy común, sobre todo cuando uno tiene poca
experiencia sentimental, andarle dedicando al tipo cuanta canción bonita de
amor se acuerda que existe sobre el planeta Tierra. En el momento, no le ve
nada de malo, el problema viene cuando usted se la ha pasado seis meses de su
vida desperdiciando las canciones más desgarradoras en un filipichín que solo
se ha limitado a decirle en todo ese tiempo que “no está preparado para algo
serio”.
Nota mental: reservar Venus, de AIR, para un chico verdaderamente especial.
Nota mental: reservar Venus, de AIR, para un chico verdaderamente especial.
5. Revisar su
WhatsApp cada cinco minutos a ver si al gamín ese le dio por acordarse de usted, así sea para mandarle un
meme de esos que de tan poco chistosos dan lástima. Y otras maneras de ser
intensa que usted ya conoce y no me hace falta mencionar.
6. Quedarse hablando
con su novio en el chat hasta las 3 am acerca de ABSOLUTAMENTE NADA. Porque, como diría mi
viejo, “bueno es culantro, pero no tanto”.
Ese es un valioso tiempo que usted jamás en la vida va a recuperar.
7. Imaginarse
cómo serían sus bebés en caso de tenerlos con “la cosa esa”. Dejémonos de pendejadas. Aquí
no importa si usted quiere o no tener hijos, hermana. Si está con una traga de
aquellas, sus ideas feministoides de “yo no necesito un hombre para ser feliz”
se verán poco a poco y sin que se dé cuenta modificadas por imágenes idílicas
de la casa soñada, el marido perfecto, los dos hijos y el gato, con música de
Corín Tellado de fondo. En un caso muy extremo, incluso ya bajó la aplicación
que une su foto con la de él y le da una idea estimada de cómo será su bodoque.
Si ya lo hizo, desde este espacio quiero rogarle un favor: NUNCA, JAMÁS le
muestre esa imagen a su peor es nada. No le haga ese mal.
8. Rogarle al
tipo. Pedirle
más cuerda a alguien que claramente ya no está interesado en usted no solo es
estúpido, sino es un atentado a su dignidad. Si se le hacen conocidas frases como “no tengo tiempo”, “tengo
mucho trabajo”, “necesito enfocarme en mis proyectos”, “me voy a la punta del
mundo en unos meses” ¿qué hace ahí? Querámonos un poquito, ole.
9. Llorar. Sí, esto desahoga y hace
que uno eventualmente se sienta mejor, pero, ¿por qué reaccionar así frente a
cada cosa que diga o haga el sujeto ese? Peor aún, el llanto anticipado ante la
posibilidad de terminar. Ahí está usted, berreando como magdalena mientras el
otro de seguro está cagado de la risa pensando que aquí no pasó nada. Un consejo:
si tiene que hacerlo al frente de él, si ya le tocó, procure tenerle la
suficiente confianza como para prever que el día de mañana no se lo vaya a echar
en cara.
10. Quedarse ahí cuando es
evidente que es mejor echarle tierrita al asunto.
Para
el final les dejo la que, a mi juicio, es la peor tontería de todas. Tener miedo a involucrarse. Porque puede
que a usted le hayan roto el corazón ene mil veces, pero tenga en cuenta que no
todas las personas somos iguales, si así fuera, ¿cuál es el chiste en escoger?.
Ojo, que no le estoy diciendo que se le bote en plancha al tipo a la primera,
sino que baje la guardia un tris. El pobre hombre que acaba de llegar a su vida
no tiene la culpa de todo lo que le hicieron el resto de chiflamicas, así que
quítese los guantes y pásela rico mientras este no pele el cobre. Si la vuelve
a embarrar, ¡qué carajo! nadie le quita lo bailado. Y si se enamora y vuelve a hacer
estas tonterías, fresca, no se sienta mal, góceselo mientras la haga feliz.