martes, 24 de diciembre de 2013

¡Odio la navidad! (Christmas resistance)

Antes que nada, debo decir que no es mi intención faltarle al respeto a quienes disfrutan la navidad, pero que así como respeto profundamente sus creencias, espero lo mismo de su parte.


Muchos de los que me conocen saben que no me gusta la navidad, me han visto miles de veces publicarlo o hacer mala cara cuando veo que desde finales de octubre empiezan a decorar en todas partes. Pero muy pocos saben por qué, aquí me permito explicarlo, a quien le interese.


Dice la canción: “llegó diciembre con su alegría, mes de parranda y animación”. Para mucha más gente de la que se piensa, entre quienes me incluyo, diciembre es todo, menos alegría, parranda o animación. Y no necesariamente porque estamos solos en este mes, o nos creemos irreverentes, o somos rebeldes sin causa que nos vendemos al primer plato de buñuelos, o porque la falta de creencia en un Dios le quite todo el significado a estas fechas. Aunque estas puedan ser razones válidas, no nos gusta la navidad por otros motivos mucho más importantes que esos (para nosotros son importantes, que no lo sean para ustedes no es nuestro problema), y antes de criticarnos por no unirnos a la algarabía general, creo que estos argumentos deberían ser conocidos, a pesar de no ser compartidos.

La música decembrina.

Recuerdo mucho que el año pasado cuando trabajaba en un conocido almacén de la ciudad, desde el 16 de diciembre como hasta el 1 de enero ponían solo música de navidad. Y mientras mis compañeros de trabajo e infortunio estaban felices de la vida, yo sufría ante el panorama de aguantarme esa vaina durante ocho horas diarias. Debo decirlo, el chucu-chucu que tanto gusta en las familias colombianas me parece detestable desde siempre. Grupos como Los 50 de Joselito, Los Corraleros de Majagual, Los Hispanos y demás “engalanan” las fiestas navideñas, y a mí me dan ganas de que se me exploten los oídos. Además, me ponen en la infrahumana tarea de bailar sus canciones, cuando un mosquito de finca se mueve más que yo.

Por otro lado, en los últimos años le he agarrado particular aversión a los villancicos. Todos los años cantamos retahílas ininteligibles pero no tenemos idea de qué significan, ¿o alguno de ustedes sabe qué carajos quiere decir Tutaina, o Antón Tiruliruliru? Ahora, si hay algo peor que los villancicos, son los villancicos cantados por niños, con pajaritos de fondo. Para mí es una tortura escuchar a estos impúberes balbucear aquellas tonadas que ni ellos mismos entienden.

Las peloteras.

Usted quiere pasear tranquilo por las calles de su ciudad, pero se encuentra con ríos y ríos de gente ávida de comprar, o de ver las lucecitas (que hasta bonitas son), o de lo que sea. Bogotá en diciembre se pone peor que Transmilenio, aunque con algo más de aire. Y lo siento, pero si la gente me molesta per se, en navidad no me dan ganas ni de salir de mi casa ante semejante panorama.

Ni hablar de desearle una feliz navidad a mis amigos (algo que por razones que encontrará más abajo dejé de hacer hace mucho), porque el hecho de transportarse de un lugar a otro el 24 de diciembre es todo un desafío, así usted tenga carro; y si lo que se desea es evitarse la fatiga y solo llamar al amigo en cuestión, mejor dejarlo para el 25 o hacerlo más temprano, pues a las 12 de la noche del 24 todas las líneas están congestionadas.

El desmedido consumismo.

Siempre en navidad uno ve a la gente (sobre todo a los padres de niños pequeños) desgañitándose consiguiéndole regalos a Raimundo y todo el mundo. Dependiendo de sus posibilidades, usted los ve el 24 regalando hasta lo que no tienen, botando la plata a diestra y siniestra. Ahora, esto no es malo por sí mismo, hasta provechoso es. Lo malo es cuando lo hacen para congraciarse con todos, como si eso fuese lo único que uno les puede ofrecer a los demás. Además de plata, simbolizada en regalos, también uno debería compartir tiempo, cariño, otras cosas con la familia, y no solamente en navidad, como si fuese una alerta.

El consumismo no solo se ve en los regalos, sino en ostentosas cenas y decoraciones. Recuerden que Jesús era pobre, no se hagan los ricos en estas fiestas.

La hipocresía familiar.

Creo que el hecho de ser familia no obliga a que uno le caiga bien a todo el mundo, cosa que está bien. Lo maluco es cuando uno sabe que orgullosamente es la oveja negra de la familia, el miembro incómodo que llaman, pero en navidad todo cambia de manera casi mágica. Como si uno no supiera que detrás de cada sonrisita, de cada gesto amable, se esconde un profundo desprecio hacia quien uno es. Como si uno no se diera cuenta que detrás del “feliz navidad” está un “¿por qué me tengo que aguantar a esta imbécil?”. Todo sería más sencillo si ni siquiera se molestaran en fingir, si lo dejaran a uno tranquilo en su rincón, observando en silencio la interacción familiar. Ojo, no estoy hablando de mi propia familia, pero si a alguien le cae el guante…

A pesar de todas estas cosas, aun cuando todo esto me molestara, todavía seguía disfrutando la navidad, pero todo cambió hace exactamente ocho años.

Todos los motivos anteriores son estupideces comparados con lo que narraré a continuación. A las 9 de la noche del 24 de diciembre de 2005 me encontraba tranquila en el computador de la casa de mi abuela poniendo música, a pesar de que mi padre se encontraba grave en una clínica. En ese momento llegó uno de mis tíos, y me dio la siguiente noticia: “tu papá se puso muy grave, tu papá se murió”. Hace exactamente ocho años murió la persona que más amaba en el mundo, la más importante en mi vida. Por eso, mientras para muchas personas la navidad simboliza el nacimiento de Jesús y esta es una época de recogimiento, de unión familiar y de felicidad; para mí no es más que un nuevo aniversario luctuoso de mi papá, una fecha que me recuerda con toda contundencia que él ya no está conmigo, un día en el que cada año lo extraño más. 

Por esta sencilla razón detesto con toda mi alma la navidad. El resto de cosas me fastidian porque me recuerdan mi propio duelo.

A pesar de eso, les deseo feliz navidad, y que se los coma el Grinch.

www.facebook.com/RadioMiseria

3 comentarios:

  1. Hola, si puedo facilitarte el libro RAMADAN Poesia del asco, por medio virtual, mi correo es legionlucifago@gmail.com estamos en contacto. G.

    B.N.

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    1. ¡Gracias! Llevo buscando ese libro desde 2004. Por ahí te escribí al correo que dejaste acá.

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