lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Y si fuera Julio...?

Hace unos días hice un experimento con un amigo, le pedí que describiera cómo sería yo si fuese un hombre. Podríamos estar de acuerdo o no con sus planteamientos, pero aquí las opiniones cuentan. He aquí lo que escribió. 

Cada día se marchita antes de que observe el sol, entre los muros de infinitos mundos. Estás sola, perdida entre la nada, mientras observo como se derriten las montañas. De uno en uno los años se acaban y aun no veo un rostro entre las ramas. De algo se debe morir, tal vez sea hoy, tal vez sea mañana, o entre botellas y piernas la próxima semana. La decisión es vana, reside entre los huesos de las que morirán buscando agradar a mi causa. Nadie es digno, ninguna vale una palabra, así pasen todas por mi cama; mañana en la mañana recogerán sus cosas y se marcharán.

He visto cómo se desmoronan castillos de la Alemania romano-germánica frente a mis pies y solo les he dado un par de patadas para dispersar los escombros por los roñosos basureros de sus almas. Ahora estoy solo, enfrentando la impunidad ante una flor más que se marchita entre mis garras, inmolada a la todopoderosa deidad que llevo entre el pecho y la espalda. Es un bocado que obsequia lágrimas entre el compulsivo dolor que nace en sus entrañas, se retuerce entre su sangre y no me durará hasta la cena sin desgarrar las sábanas. Cuando sea otro rostro gris que dice sentir amar, pero no tiene idea de lo que eso podrá significar, perderá el mérito y será igual a las demás, sin llenar el vacío que han creado los años y la infamia

Tengo la soledad mezclada a partes iguales con el tedio, quiero querer y no puedo. No existe nadie, en ningún lugar, en ningún momento. Estoy en la puta punta de la montaña, solo, olvidado de la mano de Dios, perdido en el tiempo, pescando recuerdos en una laguna que se ha secado antes de la creación del mundo. Y no tengo de otra que esperar a que alguien suba hasta allí, alguien que tenga el coraje y la capacidad, que no sea la escoria de todos los días que no ve más allá de su miseria mental. Tengo la vana esperanza de que mientras más me hunda, más petróleo encontraré.

Siendo tan machista como feminista soy, tan cruel con las mujeres como lo soy con los hombres, observo al espejo y me doy cuenta de que no somos tan diferentes. Solo cambia un cromosoma, se sigue haciendo lo mismo y la historia sigue igual.

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